miércoles, 13 de abril de 2011

Avalancha de clásicos... LA VENGANZA DE LAS PULGAS

¿Por qué el mejor jugador de fútbol del mundo le dicen La Pulga? ¿Dónde radica la justicia o desgracia de los apodos en el fútbol?¿Por qué los animales se llevan los elogios y las más descarnadas críticas al ser evocados en nombre de las virtudes y defectos humanos en el balompié?¿Algún ser superior solicita alguna improbable autorización moral a los aludidos e indefensos animales?
¿Y qué ocurre con el incordioso animal, la pulga? Ese ineludible apodo que carga a sus espaldas Lionel Messi, bah, La Pulga Messi, amparado en ese animal pequeñito, ágil, molesto. ¿Debe ser considerado como una virtud ser tratado como una Pulga? ¿Llamarán Pulga a su papá los futuros hijos de Messi? ¿Dirán mi papá es La Pulga? ¿Mi novio es La Pulga? ¿Me enamoré de La Pulga? Yo soy bajito, casi enano y con un nulo talento para el deporte rey. ¿Si me gritan pulga por la calle, debo sonreir o sentirme humillado? Si usted fuera un ejecutivo bajito, veloz, activo y le llamaran La Pulga, ¿sería considerado un elogio en su empresa o en el mundo de los negocios? ¿Los respetarían sus empleados y su competencia? ¿El Arquitecto La Pulga o El Doctor La Pulga serían bien vistos? Imagínense que llamásemos La Pulga al Presidente, ¿cómo se vería?
En el fútbol de hoy todo es diferente. Al menos algo ha cambiado desde la irrupción del delantero argentino en el mundo del balompié: el apodo es sinónimo de destreza y talento enmarcado en ese ser humano que conduce el balón casi pegado a su pie izquierdo con inigualable habilidad y belleza. Ergo: esta es la mejor reivindicación de ese pequeño insecto sin alas, cuerpo diminuto, milimétrico parásito desagradable, cuya única razón para existir científicamente comprobada consiste puramente en chuparse la sangre de los demás. Sin dos opiniones al respecto, la existencia de la pulga sobre el Planeta Tierra no brinda ningún beneficio destacable e imprescindible al ecosistema (de hecho suelen provocar ronchas, alergias y transmitir enfermedades), salvo en pos de su propia supervivencia. Es más, cualquier enciclopedia básica sólo destaca que pueden saltar hasta 350 veces la extensión de su propio tamaño (Messi saltó la longitud de su tamaño en el gol de la final frente al Manchester y el Barca se llevó la Champions en la final de Roma…) y ningún otro aspecto positivo a recoger ni en su anatomía, ni es su vida de animalucho despreciado por todo el Reino Animal en masa. Incluso el refranero popular, siempre sabio, es particularmente cruel con las pulgas y las castiga sin piedad, aunque con ciertas incógnitas y contradicciones: cuando estás de mal humor se dice que tienes “malas pulgas” y cuando no tienes paciencia eres “una persona de pocas pulgas”. Una simple regla de opuestos nos llevarían a concluir, entonces, que un ser humano simpático debería cargar con “miles de pulgas” que lo hagan ver de esa forma y un tipo con toda la paciencia del mundo, con mucho aguante y tolerante, también tendría que ser un pulgoso fulgurante, y la sociedad lo aceptaría y celebraría como un ejemplo capital con todos y tantos parásitos a cuestas. Es difícil de creer. Otros refranes maliciosos: “Pulga flaca, hace mayor picada” o “La pulga tras la oreja, con el diablo se aconseja”. Definitivamente, los pobres parásitos milimétricos, inútiles y sanguinarios, están condenados al escarnio público incluso en la contradicción intrínseca que el saber popular conlleva. Servida la mesa de esta forma, a estos bicharracos casi invisibles, sólo les resta como consuelo -como a mí al verlo en un cancha de fútbol-: Lionel “La Pulga” Messi, su mesías. El apodo para el mejor del mundo cayó en su diminuto cuerpo de insecto. Las Pulgas, siempre despreciadas, ya tienen un motivo mayor y trascendental para darle sentido a su minúscula existencia en este Planeta

No hay comentarios:

Publicar un comentario